1. Usa harina normal, no de repostería, y muy importante
2. Elige los huevos de la talla M, son los mejores por su peso, unos 50 grs. para que el bizcocho salga esponjoso. Saca los huevos un rato antes de la nevera.
3. Utiliza azúcar blanco, aceita suave de oliva o aceite de girasol (para que no mate el sabor) y levadura en polvo (un 15% del total de la harina)
4. Haz la mezcla siguiendo este orden: primero los ingredientes húmedos: aceite con azúcar y luego, ve agregando los huevos uno a uno. No incorpores uno hasta que el anterior esté totalmente integrado. No abras nunca el huevo sobre el cuenco de la mezcla: hay que ver que el huevo está en buenas condiciones y evitar que la cáscara caiga).
Tamiza la harina con la levadura, para que el bizcocho no se apelmace y añádelas a la mezcla del huevo. Bate con varillas, no con batidora, para que no coja aire; si no, al hornear el bizcocho se puede hundir o rebosar.
5. Para conseguir un buen horneado: pon el molde con la mezcla sobre una rejilla mejor que sobre la bandeja (así no se recalienta la base) y colócalo a media altura para que el calor se reparta por igual.
Precalienta el horno a 180 grados. Estará a la temperatura adecuada pasados 5 minutos.
No abras la puerta del horno los dos primeros tercios del tiempo necesario. Si entra aire, la temperatura bajará de golpe y el bizcocho puede hundirse.
EL bizcocho estará listo, si al pincharlo con una aguja ésta sale limpia y seca. Si sale húmeda, déjalo 5-10 minutos más.